Los Papalagi, se trata de los discursos sobre la vida de los "hombres blancos", escritos por el jefe Tuiavii de Tiavea de la isla de Samoa en el Pacífico Sur dirigidos a su propio pueblo.
A principios del siglo XX, en el año 1914, el artista alemán Erich Scheurmann viaja a la Isla de Samoa, por entonces colonia alemana, huyendo de la I Guerra Mundial. Allí conoce al jefe samoano Tuiavii de Tiavea, literalmente "Jefe de Tiavea", con el que traba amistad. Por aquella época la "fiebre" antropológica recorre Europa. Gracias a las colonias y a recientes hallazgos arqueológicos, Occidente descubre nuevas y diferentes civilizaciones y la curiosidad por estas culturas prende mecha y se inician numerosos estudios antropológicos de todo tipo.
Tuiavii de Tiavea, después de entrar en contacto con los occidentales, antropólogos, que habían llegado a su tierra para estudiar su isla y sus costumbres, y convencido de que la fascinación que el hombre blanco empezaba a ejercer entre su gente no les iba a traer nada bueno, decide ir a conocer de primera mano el mundo de occidente. Con este cometido viaja a Europa y recorre varios países estudiando y analizando cómo es la vida, las costumbres y los valores de los hombres y mujeres que allí habitan. De regreso a su tierra prepara los discursos a través de los cuales quiere mostrar a su gente que lo que ha visto, en efecto, no es una vida buena ni envidiable.
Este viaje antropológico "al revés" nos ofrece la posibilidad de vernos a nosotros/a mismos/as desde fuera. Ofrece el distanciamiento, a través del contraste, del choque de valores, necesario para poder reflexionar sobre nuestro mundo. Es un ejercicio fantástico de interculturalidad. Un ejercicio de descentramiento (siguiendo las palabras de Margalit Emerique-Cohen en su método para el acercamiento intercultural ). Salir de nuestro centro para mirarnos desde fuera y así poder captar cuales son, fundamentalmente, los valores que orientan nuestra manera de pensar y de comportarnos. Valores que de otro modo resultan imperceptibles envueltos en la práctica de lo cotidiano.
Los Papalagi se empeñan en cubrir sus cuerpos dejándolos casi enfermos y malolientes, viven en grietas, dan mucha importancia al ala por la que entran y salen de sus grietas. Son algunas de sus conclusiones. En su descripción, la forma de vida de la Europa de la primera década del siglo XX, muy cercana a las costumbres de hoy día, resulta absurda. El texto en ocasiones resulta demasiado simple e ingenuo. Lo que no impide que reconozcamos efectivamente de qué se esta hablando. Porque se trata de descripciones muy precisas, pero a través de otro mundo de referentes. Estos textos son un ejercicio que permite poner de manifiesto cómo la descripción de la realidad, la percepción del mundo, siempre e inevitablemente se hace desde determinados referentes: conjunto de creencias y valores, desde los cuales las comunidades, que comparten referentes, tiene capacidad de dotar de significado su entorno.
Pero además nos descubre cómo de absurdos deben de resultar nuestro estudios antropológicos, nuestras descripciones, sobre su realidad a sus ojos. Y por tanto reflexionar sobre la ceguera del etnocentrismo y la necesidad de tener en cuenta la mirada desde el otro/a antes de sentar sentencia sobre cualquier comportamiento extraño- extranjero.
Un texto, por tanto, lleno de posibilidades como material para trabajar el desarrollo de la sensibilidad intercultural.
Estos discursos nunca se escribieron para ser publicados, de hecho se publicaron en contra de la voluntad de Tuiavii tiavea. Aparecieron por primera vez en una edición alemana durante la segunda década de este siglo, en una traducción realizada por su amigo Erich Scheurmann. Más tarde Erich Scheurmann los arregló para que su editorial, De Voortgank, los publicara en lengua holandesa en 1929.
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